Personajes Alfonso Diez |
El fracaso de los maestros en la evaluación que se les acaba de realizar
nos hace voltear para todos lados buscando soluciones. El personaje central de
esta historia fue el primer secretario de Educación Pública tras los
acontecimientos de la Revolución Mexicana y fue, además, el creador del lema de
la Universidad Nacional Autónoma de México: Por mi raza hablará el espíritu.
José Vasconcelos desbordaba un erotismo tal que quedó reflejado en su
producción literaria autobiográfica; la no expurgada, la de las primeras
ediciones de “Botas” y después del Fondo de Cultura Económica.
Los pseudónimos que el escritor utilizó para referirse a sus dos grandes
amantes fueron “Adriana” y “Valeria”. Adriana era Elena Arizmendi Mejía, la de
los primeros años —los de la etapa maderista—, la que llevó a presentar
con doña Sara, la esposa de Madero y que menciona en El Ulises Criollo.
Valeria era más conocida como Antonieta Rivas Mercado, aunque su primer
nombre era el que utilizó Vasconcelos, a quien acompañó desde la campaña por la
presidencia contra Pascual Ortiz Rubio, hasta su suicidio (de Antonieta) en la
catedral de Notre Dame en París, el 11 de febrero de 1931.
Muchos años después, José Vasconcelos se casó con Esperanza Cruz y
tuvieron un hijo: Héctor.
El Ulises Criollo, La Tormenta, El Desastre y El Proconsulado forman la
primera parte de la autobiografía mencionada antes en la que, por cierto, habla
el político de la desilusión que sufrió al llegar a Nueva York, procedente de
Sudamérica, y encontrar a su amante en los brazos de un amigo escritor del que
no dice su nombre. Se trata de Martín Luis Guzmán, quien le ganó el amor de la
dama en buena lid, aunque el autor de El Ulises Criollo se dolía de haberlo
perdido por encontrarse lejos.
Martín Luis escribió sobre Vasconcelos en El Águila y la Serpiente y
refiere una anécdota sobre éste que lo deja muy mal parado. Cuenta que, enojado
Pancho Villa con él, por problemas con una tercera persona, lo amenazó y le dio
un plazo perentorio para abandonar la Ciudad de México, donde ambos se
encontraban como miembros del gobierno de la Convención, presidido por Eulalio
Gutiérrez; finalmente, tanto el presidente convencionista como el amenazado
salieron de la población sin que Villa se enterara.
La Flama es la última parte de lo que se puede considerar como autobiografía
de nuestro personaje central, pero su producción literaria fue realmente muy
extensa, incluyendo obras de teatro como Los Robachicos y Prometeo Vencedor,
cuentos como La Cita y trabajos de historia, sociología y filosofía, contándose
entre ellas la Breve Historia de México, Estudios Indostánicos, Ética, Manual
de Filosofía, ¿Qué es la Revolución? y La Raza Cósmica.
Primeros pasos
El historiador y filósofo nació en Oaxaca el 28 de febrero de 1882 y
murió en la Ciudad de México el 30 de junio de 1959. Su abuelo materno, el
doctor Esteban Calderón y Candiani, era amigo de Porfirio Díaz, al grado de que
lo curó de una herida y lo escondió en su casa cuando éste era perseguido. Su
abuelo paterno también conoció y ayudó al estudiante Porfirio Díaz y a la larga
estas dos relaciones determinaron un trato protector y deferente del Presidente
Díaz con el joven abogado Vasconcelos.
El padre de José trabajaba en la Dirección General de Aduanas y en
consecuencia estaba sujeto al desplazamiento determinado por sus superiores, lo
que llevó a la familia a vivir cortas temporadas en diferentes ciudades.
Sobre esa época, anterior a 1890, escribió Vasconcelos en la tercera
década del siglo XX y refiere haber visto lo que ahora llamaríamos un OVNI o
platillo volador, al cruzar el puente internacional, sobre el Río Bravo, que
une la ciudad de Piedras Negras con la de Eagle Pass. Esta es, tal vez, la
primera referencia de ese tipo.
Se adhirió a la causa maderista y fungió como agente confidencial de los
revolucionarios mexicanos ante el gobierno de Estados Unidos y después fue
representante de Venustiano Carranza ante las llamadas juntas ABC, que
pretendían terminar con la guerra civil en México.
En esos días se hizo público, en periódicos americanos y mexicanos, que
Vasconcelos recibía dinero de Henry Clay Pierce, magnate petrolero del vecino
país, para que le arreglara sus asuntos con Carranza.
Fue durante el gobierno de Álvaro Obregón cuando estuvo al frente de la
Secretaría de Educación Pública y su obra, más criticada que alabada, difundió
la edición de escritos de autores desconocidos, como Plotino.
La Campaña
A la muerte de Obregón, quedó como Presidente Provisional Emilio Portes
Gil, quien convocó a elecciones. Los principales contendientes eran Pascual
Ortiz Rubio y el político oaxaqueño. Al frente de la campaña de éste estaba
Vito Alessio Robles y apoyaban su candidatura personajes que después serían
famosos, como Adolfo López Mateos, Ángel Carvajal, Manuel Moreno Sánchez,
Mauricio Magdaleno y Alejandro Gómez Arias.
Cuando el exsecretario de Educación Pública perdió las elecciones se
desencadenaron las protestas y el gobierno realizó una cruel persecución de los
vasconcelistas. Asesinó a muchos de ellos en Topilejo y esto determinó el
exilio para otros, como López Mateos, que se fue a Guatemala y Vasconcelos, que
huyó a Estados Unidos y luego a París, donde Antonieta se suicidó.
Sobre ésta se hizo una película en México, interpretada por Isabel
Adjani y con Diana y Carlos Bracho, éste en el papel de Vasconcelos. Mala,
superficial y de esta misma manera se toca la personalidad del opositor de El
Nopalito, como le decían a Ortiz Rubio.
El refugiado en París regresó de su segundo exilio nueve años después
del suicidio de Antonieta, en 1940 y su último empleo fue al frente de la
Biblioteca México, ubicada en la Ciudadela, en el Distrito Federal.
Su obra ha sido discutida, su posición filosófica controvertida, su
trabajo político ampliamente reseñado, pero a lo largo de la vida de José
Vasconcelos lo que más destacó fue su humanismo indudable y su capacidad para
relacionarse con las mujeres.
Sus Críticos
La figura del educador ha sido analizada por diversos escritores. Vito
Alessio Robles se refiere al candidato y orador en su libro Mis Andanzas con
Nuestro Ulises, en el que se queja de él y de lo menos que lo tacha es de
superficial.
José Joaquín Blanco escribió una biografía muy bien documentada a la que
tituló Se Llamaba Vasconcelos. Ya se mencionó a Martín Luis Guzmán. Héctor
Vasconcelos también ha escrito sobre su padre. La bibliografía sobre el tema es
extensa.
Pero la influencia más notable es la que el autor de La Flama ejerció
sobre su amigo, Alfonso Taracena, quien escribió una monumental obra en varias
decenas de tomos llamada La Verdadera Historia de la Revolución Mexicana, en la
que describe paso a paso y día por día los acontecimientos de la época. No hay
volumen de la colección en la que no documente ampliamente las “hazañas” de su
admirado personaje.
Sigue haciendo falta un profundo análisis psicológico de la personalidad de Vasconcelos y tal vez el punto de partida pueda ser su gran capacidad de trabajo combinada con su entrega total a la mujer amada, figura central en sus escritos. El Hombre de América, como fue llamado en Colombia, debe seguir siendo motivo de estudio y es un referente obligado para la discusión de los problemas en la Educación que se enfrentan ahora. |